Uno de sus sueños de niño era llegar a ser parte de una Banda Musical, fue así como su niñez transcurrió acudiendo a la escuela, trabajando en el campo y aprendiendo a tocar su instrumento predilecto, el clarinete, con cuyas notas se acompañaba cantando líricamente.
Descendiente de una familia campirana, le nació el gusto por los caballos, mientras observaba a los de su casa trabajar galopando, especialmente a su abuelo, quien solo le permitía montar un burro..."Montar caballo, es peligroso Chapo, espera a que crezcas y entonces montarás un buen caballo".
Con el paso de los años, empezó a realizar grabaciones en diferentes compañías discográficas, seguía preparándose musicalmente y montando a caballo, su sueño de llegar con su propio espectáculo ecuestre seguía vivo. Siempre admiró a Don Antonio Aguilar y al Señor Joan Sebastián, luchaba incansablemente por llegar a brillar con luz propia en el arte del jaripeo.
"El Chapo" se gana a pulso ser distinguido como "El Número Uno del Jaripeo" por la huella que deja en todos y cada uno de sus espectáculos ecuestres, con sus inseparables cuacos, "El Atezado", "El Diablo", "El Tauro", "El Navajón" y "El Olímpico", quienes bailan al compás de los éxitos.